La alimentación de los masáis está basada en la leche y la sangre de los bueyes. La leche suele ser de vaca y cabra. Estos animales les proporcionan tanto alimento como piel para sus ropas y utensilios, además del excremento con el que recubren sus casas.
Masái ordeñando su vaca
Para extraer la sangre de los bueyes pinchan al animal en el cuello, por donde pasa la yugular (vena grande que trae sangre del cerebro). Esta operación la realizan con un dardo o flecha con la punta redondeada para no hacer daño al animal y que no se desangre. En cada ocasión extraen 2 litros y después cierran la herida con un empaste de tierra y estiercol.
Grupo de masáis recogiendo sangre par beber
Los masáis hacen dos comidas al día, una por la mañana y otra por la noche. Casi nunca comen carne solo por motivos festivos cuando sacrifican algún buey. Nunca mezclan la leche y la carne en la misma comida. Ocasionalmente comen alimentos vegetales pero nunca procedentes de plantas o árboles cultivados (agricultura). Cuando se desplazan con su ganado recogen algunas semillas o frutos silvestres. Los niños y los ancianos pueden comer gachas de maíz o arroz (especie de puré caldoso con harina tostada, caldo y grasa) y beber té con azúcar.
Niño masai comiendo
Los guerreros utilizan como fuente de alimento exclusivamente el ganado. Suelen alojarse en sus refugios forestales (olpul) y allí comen una mezcla de carne, grasa (munono) y sangre. Ellos creen que con esta alimentación estarán más fuertes.
Cocinando con munono